Leticia Martínez Pérez. ELIXILE
30 marzo al 1 junio 2023

Todo elixir tiene como meta la transformación: Del fármaco, – veneno y remedio– se espera que produzca efectos en el organismo. A la panacea se le atribuye la capacidad de curar al enfermo de todas las enfermedades. La ambrosía, elixir de los dioses, convierte en inmortal a todo aquel que la beba. En la alquimia, el gran objetivo consistía en la trasmutación de los metales con el propósito de transformar en oro y plata los metales de poco valor. La alquimia que, nos dice Dante, tan bien sabe imitar la naturaleza(1). Guy de Maupassant quien encontró en los efluvios del éter “una lucidez superior” describía la intoxicación etérica como “una nueva forma de ver, juzgar y apreciar las cosas de la vida.”

 En las obras presentadas, las manchas de tinta, fundiéndose entre sí, dan lugar a imágenes, resultado del contacto de dichos pigmentos sobre la seda plegada. Imágenes, a veces organizadas en torno a un eje axial que, en su propia variación, nos transportan: arabescos, entrelazos y arquillos se transforman en animales y personajes fantásticos, lepidópteras y mantodeas, en oxalis y chumberas.

Formas espontáneas de imagen, como las que también produce la naturaleza. 

Como en los dibujos automáticos del surrealismo, las manchas de tinta de Victor Hugo o las Kleksographien de Justinus Kerner, las formas aquí presentes son fortuitas, al tiempo que altamente especulativas. Es un modo de figurabilidad1 en el que un objeto parece sustituir inmediatamente a otro, como si las palabras intentaran tomar sucesivamente el relevo de la fugacidad de lo visible: las manchas revelan el secreto de todo lo que puede simbolizarse. La imagen huidiza, lábil, próxima a disiparse en el instante de su percepción –de su aparición– parece escapar a los límites que le impone el lenguaje y querer atravesar sus fronteras.

Esta tarea de identificación supone un continuo exilio entre la tangibilidad pura y los sueños etéreos. ¿Cómo no querer reconocer entre estas manchas informes a Célula, personaje de Dragon Ball que absorbe a los terrícolas y que, desprendiéndose de su piel a medida que crece, se transforma cual artrópodo?

Como en la alquimia en su objetivo de ayudar a la naturaleza en sus operaciones, realizando estas transformaciones, Leticia Martínez Pérez, utiliza ingredientes sacados de las recetas del día a día: azúcar, sal, sirope… que, junto con los pigmentos que le dan su color, ayudan al surgimiento de las formas. Las tintas se escurren sobre la seda y tardan varios días en secarse y en adherirse a la superficie de hilo, soporte orgánico producido por el insecto paradigmático de quién también aspira a transformase: el gusano de seda, que será larva, pupa e imago

En este último estadio –denominado imaginal– se despliega el aleteo de las alas de la mariposa, cuya simetría parece inspirar la pieza central Oxalis Voluptuosa, 2022, que, engalanada con sedas pintadas, confronta en dicha percepción axial al espectador con su propia anatomía. Vestida con ropa íntima, ensortijada de puntas de anzuelo y señuelos con forma de pez, esta escultura combina por un lado la familiaridad de su antropomorfismo simétrico y de la lencería con elementos de monstruosa extrañeza, como las puntiagudas piezas que la adornan. Distanciado e invadido, el vuelo de una mariposa – psique– anima nuestro cuerpo. 

La materia informe se convierte en fuente de inspiración, lo que parece contradecir el proyecto mimético asignado a la pintura al menos desde Alberti1. La pintura –que, desde el Renacimiento, se entendió como la representación de cosas aparentemente recreadas– se escurre y disuelve en un continuo. En este exilio de las formas, la artista nos propone desaprender las normas de la habilidad técnica y seguir el movimiento de la imaginación, más que de captar la forma acabada. 

Disponiendo las sedas sobre bastidor, la artista se reapropia del dispositivo pictórico. Recrea la pintura sobre lienzo, asume así y refuerza la atención aguda del espectador. Dicho de otro modo, atrapa a quien se presta a su juego y le lleva a contemplar estas pinturas sobre seda –artefacto tradicionalmente relegado al ornamento, a la vestimenta y al paño– como un cuadro.

Las fronteras danzan, las líneas teóricas divisorias, con sus jerarquías asociadas se disuelven y colapsan. Leticia Martínez Pérez eleva así, la pintura al rango de creación autónoma, esbozando la posibilidad de un mundo plenamente pictórico. 

Nicolás Marín Bayona

(Marzo 2023)


***

  1. Alighieri Dante, La Divina Commedia, Giorgio Petrocchi (éd.), Turin, Einaudi, 1975.

  2. Freud S. (1901 a), Sur les rêves, Paris, Gallimard, 1988.

  3. Alberti, L.B., 2011. De pictura: redazione volgare, Edizione nazionale delle opere di Leon Battista Alberto. II, Trattatistica d’arte ; 1. Ed. Polistampa, impr. 2011, Firenze, Italie.